viernes, 10 de agosto de 2012

RICARDO DOMINGUEZ ARANCIBIA (1943-2012)

NOTA: Miguel Garro - El Diario de la Republica
Adiós lluvioso y con guitarras a un enamorado de la tonada...
cascarudo
"Compositor irrepetible, andariego inolvidable de las peñas, observador exacto de la vida cuyana, con la  muerte de "El Cascarudo" se va un luchador incansable y silencioso de la tradición cuyana. Tenía 69 años.
Fue autor de obras que alimentaron el cancionero provincial. Se fue un autor idolatrado por los nuevos
folcloristas."

Una forma de entender lo que Ricardo Domínguez Arancibia le dio a la tonada es escuchar "A la reina de Cuyo", una hermosa canción (una tonada, por supuesto) en la que el protagonista se describe enamorado perdidamente. No hay mujer en la historia que imaginó el autor. La reina de Cuyo es la tonada misma. Y Ricardo, a quien todos conocían como "El Cascarudo", es el enamorado.
Reducir la inmensa obra de Domínguez Arancibia a una sola canción es sumar una injusticia más a una carrera que, en San Luis, no fue valorada en su real dimensión. "Ahora que se murió, muchos lo van a empezar a reconocer", dijo ayer Jorge Paredes, guitarrista de Algarroba.com y amigo personal del músico fallecido el lunes a la noche a los 69 años. Paredes es uno de los tantos folcloristas jóvenes que admiró hasta la veneración al "Cascarudo". Otros de los que se suman a la lista son su compañero Julio Salazar, Marcos Figueroa, quien pasó muchas horas de ayer en el velorio, y Lucas Nievas. El reconocimiento de las nuevas generaciones era una de las máximas alegrías de "El Cascarudo". Tomás Nieto, uno de los últimos periodistas que logró entrevistarlo para su programa "Sujeto social", recuerda ese rasgo. "Cuando charlamos lo noté muy agradecido de sus colegas, que lo trataban como a un grande. Se sentía muy completo y sorprendido por el trato que le daban los músicos más jóvenes".
En los últimos años, el cantautor había exacerbado el perfil bajo que cultivó durante toda su vida. Casi no tocaba en vivo y mantenía su modo introvertido, con la búsqueda de la notoriedad en un plano lejano en sus prioridades. Una de las pocas acciones de su vida en las que buscó la trascendencia fue cuando, en los 90, se presentó en "El gran debut", aquel
viejo programa que presentaba nuevos músicos por Canal 7. "Fue por una noche a Buenos Aires y se quedó una semana. Nos cansamos de farrear. Nos acostábamos a la mañana y estábamos despiertos de noche", recuerda Paredes, quien lo acompañó en la presentación televisiva.
Ayer, en el extenso velorio que se hizo previo al entierro de sus restos, una de las cosas por las que más se lamentaban era el corte definitivo de una dinastía de guitarristas que lo enalzó como la tercera generación. "El Cascarudo" tuvo un único hijo que no se dedica activamente a la música. Antes del adiós definitivo al autor de "Y yo era el capitán", un grupo de guitarreros puntanos lo
homenajeó como le hubiera gustado: a plena tonada en el final del sepelio. Durante todo el día, centenares de amigos pasaron por la casa velatoria de calle Julio A. Roca donde despidieron al cantante. "¡Viva el Cascarudo!", fue el saludo final. Hasta Héctor Larrea en su programa de radio hizo mención al fallecimiento. El escudo distintivo de Domínguez Arancibia era la visión particular
que tenía del ser puntano y la facilidad para describirlo con historias sencillas y cálidas. La tonada que le dedicó a su madre,
"Dónde está Teresita", es un poema de amor de los que ya no quedan. Fue ella quien le infundió un profundo sentido católico que "El Cascarudo" extendió a algunas de sus canciones. "Hay que cumplir la promesa" retrataba, por ejemplo, el peregrinar de los miles de fieles que caminan hacia Villa de la Quebrada para la fiesta patronal. Pero la obra cumbre del puntano fue "Para mi cuyana", una cueca en la que describe -ahora sí- al modelo de mujer perfecta que ideó "El Cascarudo": de una trenza sola,
de ojazos negros, bailadora de cueca, cantadora de tonada, cebadora de mate con poleo y creadora de las empanadas más clásicas.
El miércoles de la semana pasada, Ricardo fue internado en un sanatorio de la ciudad con pocas expectativas de resistencia. Una
enfermedad mortal lo había llevado hasta un lugar donde no hay música y eso le causaba una pena enorme. Tal vez, antes de su muerte, "El Cascarudo" haya llorado. Y la metáfora berreta podrá decir que ayer, el que lloró fue el cielo. Pero en realidad lloró la tonada. Como si no le hiciera falta. 

RUBEN OSVALDO DIAZ

Guitarrista, autor, compositor y arreglador. Nacido en la Ciudad de Buenos Aires en 1954. Aprendió el instrumento bajo la enseñanza de su padre y luego estudió con el maestro José Franchini. Integró el Juanjo Trío, del guitarrista Juanjo Domínguez con quien grabó e hizo giras por toda América, Europa y Japón durante 12 años. Con la dirección de su hermano Horacio integró el grupo Guitarras Cuyanas con quien grabó dos discos instrumentales. Grabó más de 50 discos con diferentes artistas nacionales e internacionales entre los que figuran Lalo Schiffrin, Horacio Guarany, María Graña, Lucho Gatica, Adriana Varela, Enrique Llopis, Alfredo Abalos, Abel Visconti, Enrique Espinosa, y Horacio Molina entre otros.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario