martes, 16 de octubre de 2012

LAS DIVERSIONES DEL GAUCHO

LAS DIVERSIONES DEL GAUCHO. (Nota I de V)

El uso de caballo, por sí solo, ha creado en nuestro país y en los países vecinos un conjunto de modalidades, diversiones y costumbres que se pierden en la historia.
Muchas de ellas derivan de lo vivido en épocas pasadas y aquí debemos agregar que al ser nuestra cultura gaucha, una cultura por excelencia ecuestre, el caballo, su manejo y habilidad para 
hacerle rendir al máximo en el objetivo buscado, no podía estar ausente.
Muchas de las diversiones que hoy vemos en una fiesta campera, derivan de lo que antiguamente era una tarea y que nuestro gaucho (hoy paisano), no lo veía así, pues era el hecho de simplemente estar montado para que el trabajo se convirtiera en algo que íntimamente le agradaba.
Ya lo dice Martín Fierro en aquel párrafo:
“Aquello no era trabajo
más bien era una junción”
Otras simplemente son diversiones que se han mantenido en el tiempo y que con ciertas reglas que el modernismo ha impuesto para evitar lo que podríamos llamar “brutalidades” se siguen practicando para mantener vivas nuestras tradiciones.
Así los denominados “apartes camperos”, las jineteadas, las carreras de sortijas, la polca de la silla, las carreras en el cuero, el arréglese como pueda, las ahora tan mentadas carreras de tambores, el juego del pato y otras, son diversiones en las fiestas criollas, pero de alguna manera vamos a ir desgranando de donde derivan cada una de ellas.
Quizás una de las mayores diversiones que tuvo el hombre de campo y que con el transcurso del tiempo se convirtió en una verdadera pasión, muy popular, en especial por el amor que el hombre de campo tiene por los caballos, son las carreras cuadreras. 
La denominación carreras cuadreras viene de la época colonial, en la cual las tierras se las media por cuadras. En esas tierras se corrían las cuadreras y de allí el origen del nombre. Cuando se organizaban cuadreras en un pueblo, se concertaban con varios días de anticipación, y eran un verdadero acontecimiento, especialmente porque venían muchos forasteros además de los lugareños- lo cual significaba mucho movimiento de dinero en las apuestas y especialmente en las cantinas o pulperías. Este evento era una verdadera fiesta criolla -conjuntamente con las corridas de sortija- porque toda la "paisanada" concurría con sus mejores emprendados y caballos. 
En estas reuniones hípicas se veían los mejores caballos de la zona y los aperos más caros. En tanto los jinetes se vestían con sus mejores ropas, por lo general muy vistosas. La más antigua y espectacular de las carreras cuadreras era la llamada "carrera de costillas". Se corría sobre una misma huella y con los caballos recostados uno sobre el otro. Aquí todo estaba permitido, salvo tomar de las riendas del adversario o echar el cuerpo sobre el otro. 
Se cuenta que el primer reglamento de cuadreras se hizo por 1856 en la provincia de Corrientes. El mayor auge de las carreras en Buenos Aires tuvo lugar en la época de Juan Manuel de Rosas y posteriormente, las se organizaban en canchas de cuadreras con banderilleros. 
La función del abanderado o banderillero era dar la señal de partida a los corredores cuando este veía parejos y acomodados a los jinetes y corceles listos para partir. Se colocaba a 30 metros de la línea de partida y contaba hasta seis partidas. Si en la sexta fallaba el comienzo de la carrera, el banderillero bajaba la bandera en la posición que estuvieran los corredores obligándolos a correr. 
La otra forma de largar era correr a la par de los "parejeros" (caballos que están compitiendo en parejas) y cuando estaban alineados darle la orden de comienzo de la carrera. 
Otra forma de partida era "la media vuelta". Esta forma se ponían a los caballos con el anca mirando hacia la meta y cuando el abanderado daba la orden de partida, los participantes daban vuelta sus caballos y salían a toda carrera. 
Fue tal el auge y entusiasmo que causaron las carreras cuadreras en la provincia de Buenos Aires que era común ver en cualquier rancho -por pobre que fuera- un parejero atado con su morral y su manta, esta muchas veces de calidad superior a cualquier prenda de vestir que poseía el gaucho. Los dueños de los parejeros siempre estaban dispuestos a prenderse en una carrera para probar su "crédito", el cual tenía todos los cuidados que se le podían dispensar. 
El caballo de cuadreras más conocido en la historia fue el "pangaré buey" propiedad del Coronel Benito Machado. Este caballo fue ganador de todas las cuadreras disputadas.
Fue un caballo famoso en mi zona, Chascomús, Se cuenta que en el día de la batalla de San Gregorio se le extravió.
Algunos años después, en la estancia de Juan Ford, los esquiladores resolvieron correr una carrera de diez cuadras y el patrón no teniendo a mano otro caballo tomó para correr el pangaré, que estaba flaco y lastimado. El pangaré ganó de punta a punta. Desde ese momento se lo cuidó y ganó carreras a destacados parejeros como “El Santarritero” de Gregorio Silva, al mentado “Chulí”, al “Malacara de los Ingleses” , al “oscuro” del general Hornos.
Cuando ya no tenía rivales con quien competir se lo iba a llevar al Brasil, pero unos días antes del viaje apareció ahorcado en su box. Su cuidador le había dejado durante la noche su bozal puesto y se supone que para rascarse el animal pasó una mano en la cogotera del bozal y apareció ahorcado en la mañana.

En la foto, una carrera cuadrera en 1900. Los competidores montan en pelo, es decir sin recado. Obsérvese el sargento de policía para resguardo del orden.

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