domingo, 28 de octubre de 2012

LAS DIVERSIONES GAUCHAS


14 de mayo 

LAS DIVERSIONES GAUCHAS (IV de V)

Si continuamos buceando en estas diversiones ecuestres que realizaban nuestros gauchos en reuniones de pulperías o Fiestas Cívicas no podemos dejar de citar las conocidas cinchadas. Estas se realizaban a fin de determinar quien era poseedor del mejor caballo, no ya teniendo en cuenta su velocidad, sino su fortaleza.
En todas estas justas, nunca faltaba el veedor 
o juez, que de forma inapelable, determinaba el ganador, cosa de evitar discusiones que podían surgir y que solían terminar con un gaucho huyendo y otro en el suelo sangrando de alguna puñalada.
Para la cinchada, quienes se han “retado” atan un lazo a ambas asideras del recado poniendo los animales con sus ancas enfrentadas. El juez marca una línea con el rebenque o un palo en el suelo, calculando la mitad del trayecto, a la voz de “juera” ambos paisanos castigan sus animales a fin de hacer retroceder al contrario hasta llegar a hacer pisar la línea marcada por el veedor, juez o rayero al caballo contrario. 
Otro muy divertido juego, que yo alcancé a ver en una fiesta de la Tradición, aquí en Chascomús en los años 50, es la denominada “polca de la silla”. Se realizó en el boulevar “Lamadrid”, hoy Presidente Perón, y realmente las escenas jocosas que dicho juego deparó, aun las conservo en mi memoria.
Creo que el juego no merece muchas explicaciones, pues del mismo nombre, surge como era su desarrollo.
Anotados los paisanos que iban a concursar, se armaba un círculo de sillas, conteniendo una menos que la cantidad de inscritos. A la señal de largada, se ponía la música de alguna ranchera o polca y los gauchos debían lanzar sus caballos al galope corto hasta que de pronto la música se detenía. En ese momento se debía bajar del caballo lo más rápidamente posible y ocupar uno de los asientos. Por supuesto quedaba uno parado, que era quien debía retirarse del juego. Se quitaba una nueva silla y el juego continuaba hasta que quedaban dos concursantes y una sola silla, que quien la ocupara resultaba el ganador de la justa.
Puedo asegurar que fue sumamente divertido ver el apuro de los paisanos para sentarse y darse unos “culazos” a fin de quitar al contrincante el asiento.
Recuerdo que en mi época de adolescente, algo similar se jugaba entre chicos y chicas concurrentes a los famosos “asaltos” de aquella época con denominaciones de “El baile del pavo” o también “El baile de la escoba”. En el primero de ellos había un varón que bailaba solo, mientras que el resto lo hacían en pareja. El “pavo”, golpeaba las manos y se debía de cambiar de compañera, quedando un nuevo pavo, bailando solo, el otro era similar solo que había uno bailando con la escoba.
Otro juego que se suele realizar hoy día es “El arréglese como pueda”. Por supuesto que debe realizarse en el campo de jineteada o en algún lugar cercado. Se trata de la suelta de algunos potros dentro del predio. Luego entran los concursantes quienes en sus respectivos montados deben enlazar uno de esos potros, mientras que su caballo recula manteniendo el lazo tirante y así, solo sin ayuda de nadie, debe desensillar su caballo y ensillar y montar el potro con el recado completo.
Quedan para mañana algunos otros juegos que iremos desgranando en estas notas.

En la foto una Cinchada en el año 1890.

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